¡Liberados de la condenación!
Por lo tanto, ya no hay condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él, la Ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Romanos 8:1-2
El capítulo 8 de Romanos comienza con una
extraordinaria declaración: Ya no hay
condenación y finaliza con una afirmación poderosa: No hay separación. Y todo esto es posible debido a LA VIDA, MUERTE
Y RESURRECCIÓN de nuestro Señor Jesucristo, quien luego de su victoria, pide al
Padre que envíe la promesa del Espíritu Santo para morar en nosotros. De manera
que, la victoria de Cristo es nuestra victoria, pero EL PODER PARA VIVIR la
vida cristiana es la obra del Espíritu Santo para aquellos que han puesto su confianza en Cristo.
Es la maravillosa obra del del Espíritu Santo la que se exalta en este capítulo, quien es el único que hace POSIBLE que
usted y yo podamos experimentar una vida de victoria ahora. Para comprender
mejor considero necesario aclarar el significado de la palabra
condenación. En primer lugar, este término indica: Que hay una sentencia
hecha por un juez para alguien que ha sido encontrado culpable y; en segundo lugar: Abarca también la ejecución de esa
sentencia.
Ro. 5:12 expresa, que: “por
medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y por medio del
pecado la muerte, fue así como la muerte pasó a toda la humanidad,
porque todos pecaron”. Esto quiere decir que cuando Adán desobedeció, en el ser humano comenzó a
operar un principio o poder activo que entró en la raza humana, esclavizando su
voluntad y predisponiéndola a la corrupción moral. La consecuencia del pecado
como principio trae la muerte. El hombre no sólo muere físicamente, sino
también espiritualmente. La muerte espiritual es ese estado de separación de la
presencia de Dios, el cual le impide conocer a Dios ni puede disfrutar de su
realidad. Por tanto, la palabra
condenación describe la condición del ser humano como esclavo del pecado por un
lado y, por el otro lado, la separación de la presencia de Dios, que es la muerte
eterna.
En el capítulo 7:7 en
adelante, Pablo trata de explicar la condición del ser humano, incluso después
de haber creído, y esto es muy importante tenerlo en cuenta. Pablo se da cuenta que algo sucede en su mente: En primer lugar, en lo íntimo de su ser se deleita en la ley de Dios; en segundo lugar, se da cuenta
que hay otra ley que lucha contra la ley de su mente, que lo esclaviza a hacer
el mal que no quiere. Por eso Pablo exclama al finalizar el capitulo 7: ¿Quién me
librará de este cuerpo mortal que todavía experimenta estos malos deseos que
se oponen a mi mente? La expresión "cuerpo mortal" se refiere a la operación del pecado como un principio que ejerce influencia y poder en el ser humano y lo esclaviza e impulsa a hacer el mal a pesar de su deseo de hacer lo recto.
Sin embargo, el apóstol Pablo,
por revelación del Espíritu Santo, comprende lo que le está pasando: que todavía
hay pecados remanentes en su naturaleza pecaminosa, pero Dios por medio de su Hijo hizo posible que a pesar de la condición en la
que nos encontramos, podamos disfrutar de la Salvación de la condenación de ser
esclavos del pecado que nos lleva a la muerte.
Y esa es la razón por la que Pablo comienza en Romanos 8, diciendo: Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús. En relación a esto, M. Núñez, lo expresa de esta manera: "cuando Pablo usa esta palabra ahora, se refiere a un acontecimiento que está relacionado con el Hijo de Dios: Ahora que Cristo ha pagado la pena del pecado y ha conquistado el dominio del pecado y la muerte; ahora que ha resucitado y ha dejado la tumba vacía; ahora que nos ha justificado. Ahora que Dios ha hecho posible la salvación por gracia a través de la confianza depositada en Cristo, podemos decir que ahora no hay condenación para nosotros los que estamos en Él".
De manera que aquellos que estamos en Cristo hemos sido liberados tanto de la sentencia como de la ejecución. Y esto es una extraordinaria noticia que sólo se puede encontrar en Cristo.
En relación a lo anterior, ahora sabemos lo que abarca la
condenación: esclavitud y muerte. Conocemos que por gracia hemos sido rescatados
de esa condenación. Pero sólo el Espíritu Santo es quien que hace efectivo que el
creyente pueda experimentar la realidad de esa liberación de la ley del pecado,
como lo expresa claramente Romanos 8:2:
Pues Dios por medio de él (Cristo), la ley del Espíritu de vida, me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
En este versículo podemos notar dos cosas: 1) que la liberación ya se efectuó, porque la palabra "liberado" está en pasado. 2) Que en la expresión la "ley del Espíritu de vida" Pablo se refiere al Espíritu Santo.
Pablo lo que dice en este versículo claramente es que sólo la presencia del Espíritu Santo morando en el creyente es quien lo capacitará para vivir la libertad de la esclavitud del pecado y experimentar la realidad de la Palabra de Dios en su vida: que el dominio del pecado fue destruido y anulado para aquellos que están unidos a Cristo Jesús. Ro. 6:6; 8:3
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