La oración enfocada en Dios. Mateo 6:9
Hola a todos los amados del Señor, quiero compartir con ustedes una
meditación acerca de la oración producto del proceso de aprendizaje y
renovación del pensamiento que todo creyente ha de experimentar y, una de las
inquietudes que el Espíritu Santo me llevó a cuestionar fue la forma en la que
aprendí a orar. Ante una confrontación como esta, lo único que se puede decir
al Señor es: Espíritu de Dios, enséñanos a orar. Sepa usted que al Señor
Jesús le encanta que le pidamos que nos enseñe a vivir la vida cristiana y para
tal fin dejó al Consolador, al Espíritu Santo, el Espíritu de verdad quien nos
acompaña siempre, nos guía y enseña todas las cosas. Lucas 11:1, Juan
14:16-17,26.
Esta entrega tratará sobre la oración y su propósito, titulada “La oración
enfocada en Dios”. Tomé como base
bíblica la oración modelo de nuestro Señor Jesucristo en Mateo, capítulo 6:9 al
13, centrándome en la primera parte del v.9. El texto completo dice en la
versión NVI:
“Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan
cotidiano. Perdónanos nuestras deudas como también nosotros hemos perdonado a
nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación sino líbranos del maligno”.
Culturalmente, las personas nos enfocamos en cómo funciona la oración y no
para lo que es. Y si somos sinceros, para nosotros la oración es un medio para
alcanzar un fin y este fin es generalmente egoísta. Para nosotros la oración se
ha constituido como una especie de último recurso, semejante a un extintor
espiritual que sabemos que está allí en alguna parte del edificio para ayudar a
apagar incendios, y solo se usa en casos de emergencia. La oración se percibe
de una manera equivocada porque la vemos desde nuestra perspectiva y no como la
ve Dios. Sin embargo, desde el punto de vista bíblico, la oración ES PARA DIOS y
no para adquirir lo que pensamos que necesitamos. La oración proporciona al
Señor la ocasión para manifestar y revelar su gloria, y cuando hablo de su
gloria, me refiero a su naturaleza, su Ser, su carácter, brindándonos la oportunidad
para conocerlo. La oración es para que usted quede impresionado con Dios a
medida que revele su naturaleza. Desde esta perspectiva, hemos de orar para que
Dios se manifieste a sí mismo a cada uno de nosotros. El versículo clave para lo
anterior se encuentra en Juan 14:13 donde Jesús dice: “y todo lo que pidieres
al Padre en mi nombre, lo haré para que el Padre sea glorificado en
el Hijo”. Pedir en el Nombre de
Jesús significa que es una oración que está alineada a su voluntad. ¿Cuál es la
razón por la que Jesús se compromete responder la oración que esté hecha en su
Nombre? Para que el Padre sea glorificado. Jesús mientras estuvo en este
lado de la gloria, entendió que el propósito de su existencia era honrar y
glorificar a Dios. Ahora, permítame preguntarle: ¿Tiene usted claro que el
propósito de su vida es honrar y glorificar a Dios?
La oración es siempre y por sobre cualquier otra cosa un reconocimiento de
la gloria majestuosa de Dios y un acto de sumisión a la misma. Por tal motivo, todas nuestras
peticiones, todas nuestras pasiones, todas nuestras súplicas, todas nuestras
necesidades, todas nuestras pruebas, nuestros problemas, todo está sujeto a Su
Nombre, v.9; a su Reino y a su voluntad, v.10. Por eso es que después viene el
danos, v.11, el perdónanos, v.12 y guíanos, v.13. Notemos algo interesante: que
el dar, perdonar y guiar viene únicamente cuando Dios y sus intereses son
colocados antes que los nuestros. La verdadera adoración comienza con
Dios, es olvidarse de uno mismo y glorificarlo a Él. Desafortunadamente
la mayoría de las personas vemos la oración como un esfuerzo para que Dios se
alinee a nuestros propios deseos, de manera que nos encontramos hasta exigiéndole
lo que tiene que hacer a favor nuestro. De modo que, esta es una forma muy
común y antigua de ver la oración y lamentablemente todos lo hemos hecho muchas
veces. Un ejemplo bíblico de este tipo de oración la encontramos en Gn.
28:20-22.
Tal como se ha visto, el propósito de la oración es la exaltación de
Dios y la manifestación de su majestad y voluntad soberana. No obstante,
los religiosos de la época de Jesús distorsionaron el objeto de la oración y
comenzaron a buscar su propia exaltación, v.5. Por esta causa, la intención de
Jesucristo es recordarles que el propósito de la oración es exaltar a Dios, diciéndoles:
cuando ores, no seas como los hipócritas…, es decir, no lo hagas de una manera
egoísta y personal, sino que cuando lo hagas enfócate en Dios.
Jesucristo inicia la oración de la siguiente manera: “PADRE NUESTRO QUE
ESTÁS EN EL CIELO…” La expresión “Padre nuestro” ha sido repetida muchas veces por
nosotros, pero por causa de nuestra mente finita y otros factores, no logramos
comprender las implicaciones y trascendencia de esta fabulosa expresión. El Señor Jesús comienza la oración con la
PATERNIDAD de Dios. De manera que hay un reconocimiento que se hace en
la oración modelo y este es que Dios es NUESTRO PADRE. Este término proviene
del griego pater y del arameo abba, el cual describe la existencia de una
relación de intimidad, de familia, de afectividad, de armonía, de gran calidez
personal y amor entre quienes conforman esta relación. Contrario a lo
aprendido, Dios no es un ser lejano, distante, ni cruel y caprichoso como
muchos podrían pensar. Más bien, es un Padre cuidadoso, tierno, amoroso y atento
que se PREOCUPA, que tiene a su disposición TODOS los recursos y tesoros del
cielo para usarlos a favor de sus santos para que su Nombre sea glorificado.
En Lucas 15:11-32, hay un pasaje que describe la historia de la actitud de un
padre que tiene dos hijos. Allí tenemos una hermosa ilustración en el personaje
del padre amoroso quien brinda perdón al hijo que se veía a sí mismo como bueno
y al hijo injusto que le abandonó y derrochó su herencia en una vida
desenfrenada. En la historia, el padre mostró suficiente amor para perdonar a
ambos, al que se creía justo y al impío. Este pasaje describe de manera sublime
la actitud y disposición de nuestro Padre celestial hacia sus hijos quien nos brinda
gracia, ayuda y consuelo.
De manera, que la oración inicia con el RECONOCIMIENTO de la PATERNIDAD de
Dios, que hay certeza en nosotros que somos hijos, que no estamos solos ni
huérfanos, que formamos parte de una gran familia y que tenemos un Padre extraordinario
que se preocupa, que es amoroso y está muy atento a los detalles que nos
parecen incluso hasta insignificantes. Mateo 6:8.
La oración modelo se podría bosquejar de la siguiente manera: “Padre
nuestro”, implica el reconocimiento de la paternidad de Dios. “Santificado
sea tu nombre”, esta expresión representa la prioridad de Dios y es la
primera petición a favor de Dios antes que comencemos a pedir por nosotros. La
segunda petición es: “Venga tu reino”, el cual representa el programa de
Dios. La tercera petición a favor de Dios es “Hágase tu voluntad”, y se
refiere al propósito de Dios. Después viene el “Danos…” que apunta a la provisión
de Dios. “Perdónanos”, que indica el perdón de Dios, y “no nos dejes caer
en tentación”, que se refiere a la guía y la protección de Dios.
Por lo tanto, el propósito de la oración es la exaltación de Dios y la
manifestación de su majestad y voluntad soberana y nuestra sumisión a la misma.
Esto significa que el yo, nosotros y nuestras necesidades deben recibir un
lugar secundario durante el ejercicio de la oración. Por último, la oración
modelo se constituye como una seria advertencia contra toda oración egoísta,
centrada en el yo, en nuestras necesidades y en nuestra voluntad. De ahí la
importancia que la Iglesia clame a Dios para que le enseñe a orar.
¡La paz y el gozo del Padre sean con ustedes siempre donde quiera que se
encuentren!
¡Amén!
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