Guía y protección espiritual


Llegamos al final del estudio de la oración modelo. En el v.13 se encuentra la sexta y última petición relacionada con la guía y protección de Dios. Como hemos visto anteriormente, la oración modelo se divide en dos partes; en la primera parte las tres peticiones se enfocan en Dios, para que sus planes y propósitos eternos se cumplan. Y la segunda parte de la oración modelo tiene que ver con las necesidades de los hijos de Dios.

En esta segunda, Dios se encarga de proveer para todas aquellas necesidades fundamentales para sustentar la vida física, v.11; después está la petición concerniente a nuestras necesidades espirituales como las consecuencias del pecado en el alma mediante el perdón, v.12; así como también se ocupa del estándar moral de sus hijos para guiarlos y protegerlos de la acción del pecado en sus vidas e identificar el bien y el mal por medio de sus enseñanzas y la obra del Espíritu Santo, la cual es la intención de la petición del v.13: “no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal”.

Los hijos de Dios cuando sabemos que nuestros pecados pasados son cubiertos luego de nuestra confesión diaria, nos sentimos como si nos quitaran una carga. Sin embargo,  una característica del verdadero creyente es su deseo genuino de evitar pecar en el futuro, ya que Dios le ha mostrado tanta gracia al perdonarle en el pasado que no desea ofender Su gracia en el futuro. 

El punto aquí es que, así como necesitamos ser perdonados cuando pecamos cada día, también necesitamos ser librados o resguardados para que no pequemos en aquellas circunstancias que aún no se han presentado pero sabemos que podemos fallar. Y ése es justamente el clamor y la intención del versículo 13.

El creyente verdadero no busca obligar a Dios para que le perdone de manera constante, sino todo lo contrario, quiere y anhela cambios profundos en su manera de pensar, en su carácter y actitudes para evitar hacer aquello que ofende a Aquel que le ha demostrado tanto amor. Este proceso de cambio, transformación y renovación interna es lo que la Escritura llama santificación.

El versículo 13 dice: “y no nos metas en tentación, más líbranos del mal”, este texto  puede traer cierta confusión porque podemos llegar a la falsa conclusión que es Dios quien nos lleva a ser tentados. Las versiones más actuales lo expresan así:  "no nos dejes caer en tentación” (NVI) , o “cuando vengan las pruebas, no nos permitas que ellas nos aparten de ti, y líbranos del poder del diablo” (TLA). La pregunta que podríamos hacer es: ¿puede Dios meternos en tentación? ¿Acaso un Dios Santo, justo, puro, incontaminado, irreprensible, virtuoso, haría eso?, ¿cuál es el significado de la palabra tentación en este texto?, ¿qué intención tuvo nuestro Señor Jesucristo al insertar esta petición en la oración?, ¿qué quiso enseñarnos?

En primer lugar, hay una VERDAD que usted debe saber, creer y recordar: Dios nunca tienta a nadie, Dios nunca mete en tentación. Santiago 1:13, lo dice de esta forma: “Nadie al ser tentado diga que es Dios quien lo hace, porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie”. ¿Por qué Dios no puede ser tentado ni Él tienta a nadie?, simplemente porque Él es Santo. El término “santo” significa “diferente”, nuestro Dios es diferente a nosotros. Cuando la Escritura declara que Dios es santo,  significa que no hay maldad en Él, que Él es puro, no está contaminado ni tiene una tendencia a hacer el mal como usted y como yo. La naturaleza de Dios es muy diferente a nosotros desde el aspecto ético-moral. Por ejemplo, la esencia de Dios es buscar el bien del otro, Él es amor, es perdonador, para Él todos somos de gran valor, es respetuoso, muy paciente y fiel. Por otro lado, nuestra tendencia es mostrar actitudes totalmente opuestas a las de Él. Entonces, cuando pecamos o erramos no es porque hemos sido tentados por Dios, sino porque somos atraídos o seducidos por nuestra propia tendencia al mal.

En segundo lugar, es importante que usted comprenda que el término tentación proviene del griego peirasmos, el cual significa prueba. Es una palabra neutra. Sin embargo, hay dos formas en que esta palabra se usa en las Escrituras: en su forma positiva, implica poner a prueba para fortalecer el carácter del creyente y acercarlo a Dios. Está relacionado con la madurez y el crecimiento espiritual (He. 2:8); mientras que, en su forma negativa, apunta hacia aquello que nos induce a pensar y actuar contrario a los consejos y preceptos de Dios.

En este sentido, el término prueba cuando se traduce con la palabra tentación se usa en las Escrituras para referirse a aquellas circunstancias que vivimos día a día y sabemos pueden ser motivo para mostrar nuestra debilidad y deshonrar el Nombre de nuestro Padre celestial

De manera que la petición en Mateo 6:13 se refiere a aquellas situaciones que pueden inducirnos potencialmente a responder o actuar en una manera que sabemos no agrada a Dios y que muy conscientes de nuestra debilidad, pedimos al Padre para que podamos enfrentarlas con una actitud que le honre como tal. Esta petición apunta a un clamor constante de un corazón que menosprecia y odia el poder del pecado para esclavizar y que constantemente induce a desafiar el gobierno de Dios en la vida del creyente. 

Así mismo, manifiesta la necesidad de un corazón que clama a Dios para ser liberado de la maldad que se infiltra dentro de sí.  De modo que, hay algo en el corazón del hijo de Dios que dice: “Señor, si puedes librarme de la prueba, hazlo. Pero si tengo que atravesarla, entonces libérame del poder del mal que está ahí en la naturaleza pecaminosa que siempre busca rebelarse contra ti”. Esta es la esencia de esta petición.

Por consiguiente, esta es una petición que revela una actitud de humildad de aquel quien no confía en sí mismo producto de su conciencia de saber que posee una naturaleza cuya tendencia es hacer lo contrario de aquello que honra a Dios. “Padre nuestro no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal”

 

¡El gozo del Padre sea tu fuerza donde quieras que te encuentres!

 

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