Mi vida como modelo

 

“Hermanos, sigan todos mi ejemplo, y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que les hemos dado” Filipenses 3:17

A lo largo de la historia han existido personas cuyas vidas e ideales fueron de gran influencia y lograron impactar e inspirar a multitudes. De la misma manera, hay personas en nuestro entorno, que han dejado una huella profunda en nosotros, miembros de la familia, amigos, conocidos e incluso, personas que no conocemos directamente que dijeron, hicieron o escribieron algo que cambió nuestra vida para siempre.

Lo anterior evidencia que como seres sociales nos influenciamos los unos a los otros, y a veces sin darnos cuenta. Ahora, la pregunta es: ¿a cuántas personas estoy influyendo actualmente?, ¿lo estoy haciendo hasta el punto de impactar y modificar sus vidas?, ¿lo estoy haciendo con mi familia?

 En Filipenses 3:17, Pablo dice: “tomen mi vida como modelo y aprendan de los que siguen nuestro ejemplo” (NTV). Otra versión lo expresa de esta forma “sean imitadores de mí y presten atención a los que así se conducen” (RVR).

La palabra imitar significa tratar de hacer algo de la misma forma como lo ha hecho otra persona, tomarla como modelo, y en este caso particular se refiere a imitar en actitud y en fe o confianza en Dios de quienes los dirigen o guían en el conocimiento de Dios. Esta palabra imitar es un verbo que se encuentra en un tiempo continuosugiriendo una acción o un hábito constante, esto significa que no depende del sentir sino de compromiso. Escuche como lo dice Hebreos 13:7: “Acuérdense de quienes les han guiado y les han comunicado el mensaje de Dios. Consideren cuál fue el resultado de su estilo de vida, e imiten su fe”. (NVI)

En el v.17 del capítulo 3, Pablo presenta a los filipenses un reto para que busquen la perfección siguiendo su ejemplo, recordando que la palabra perfección significa crecimiento, madurez, semejanza a Cristo. Este desafío no quiere decir que debían hacer cada cosa exactamente como él, pues Pablo en el v.12 ya había aclarado que él no era perfecto o que ya hubiese alcanzado la madurez espiritual. Más bien quiso darles a entender que, así como su vida estaba enfocada y centrada en el carácter de Cristo, la de ellos también debería ser así.

En el tiempo de los apóstoles, aún no estaba escrito el NT, por lo que Pablo no podía decirles a los filipenses que leyeran las Escrituras para que conocieran cómo era Cristo. Por eso, él se presenta a sí mismo como un modelo. Ahora bien, que Pablo pudiera decir esto muestra su firme determinación y esperanza de llegar a ser como Cristo.

En la actualidad sí existen las Escrituras; sin embargo, hay muchas personas que nos rodean como familiares, amigos, compañeros, vecinos que no leen la Biblia. Por consiguiente, no pueden saber cómo es Cristo. Y quizás, la única oportunidad que tienen de ver un vislumbre del ser de Cristo es través de la manera en que usted responde ante las circunstancias, cómo se conduce, lo que piensa, lo que dice o cómo lo hace. En relación a lo anterior, podemos hacer dos preguntas para reflexionar: ¿Puede usted decir lo mismo que Pablo?, ¿qué clase de seguidor sería un creyente nuevo si lo imitara a usted?

Es importante notar que no solo Pablo se presenta como modelo, sino que además hace referencia a un grupo de personas o hermanos que también siguen ese estilo de vida como él, según lo dice claramente el v.17: fíjense, vean, observen, presten atención a los que se comportan, a los que se conducen según el ejemplo, según el modelo que le hemos enseñado.

No obstante, así como hay personas que han comprendido cuál es la meta y el propósito de Dios para sus vidas, también hay personas que afirman ser cristianos, pero no viven de acuerdo al modelo de Cristo en cuanto a su obediencia al Padre y negación de sí mismo, este grupo es identificado por Pablo como enemigos de la cruz, vs.18-19. Estas personas sólo piensan en satisfacer sus propios deseos, incluso cuando hacen el bien.

A este grupo de personas el apóstol les hace una seria advertencia, su destino es la destrucción. Este término que viene del griego apoleia, indica la idea de ruina, no del ser, sino del bienestar interno del ser humano como consecuencia de estar sujeto a los deseos engañosos. Estas personas se encuentran muertas espiritualmente y sus características Pablo las indica en el v.19:  adoran al dios de sus propios deseos, esto quiere decir que aman hacer su propia voluntad más que la de Dios, se enorgullecen de lo que es su vergüenza, y solo piensan en lo terrenal. En otras palabras, no han nacido de nuevo y son enemigos de Dios como una vez lo fuimos usted y yo. Estas personas no tienen parte con los que Pablo dice a continuación en el v. 20.

“En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo”. Esta expresión significa que somos miembros o habitantes de una nación espiritual que se rigen bajo los principios establecidos por el gobierno y soberanía del Señor. Tenemos una posición celestial, nuestras mentes ahora se enfocan en hacer la voluntad de Dios, nos concentramos en su plan, en sus propósitos, en su voluntad, para que el reino de los cielos se establezca aquí en la tierra, comenzando por nosotros.

Y finalmente, en el v.21, el Señor nos brinda palabras de consuelo y aliento para aquellos que sí han decidido aceptar el reto de seguir el modelo que Pablo ha establecido. Nos recuerda que los que siguen el ejemplo de buscar continuamente la perfección espiritual como estilo de vida, experimentarán la transfiguración o transformación de sus cuerpos físicos mediante el poder con el que Jesucristo somete a sí mismo todas las cosas para que sus cuerpos sean como el cuerpo glorioso y resucitado de nuestro Señor en su regreso.

 Amados, nuestro anhelo y oración es que como Pablo, haya en nosotros la firme determinación y compromiso de desarrollar un carácter semejante al de Jesucristo de tal manera que podamos influir, impactar y cambiar las vidas de las personas que nos rodean, sobre todo con nuestra familia. “Hermanos sigan todos mi ejemplo…”

 

¡El gozo del Padre sea tu fuerza donde quiera que te encuentres!


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